Por Mauri Balanta Jaramillo y Janvieve Williams Comrie
La movilidad humana de personas trans y de género expansivo representa uno de los temas más críticos y menos visibilizados de la migración global. Desde la violencia patriarcal que impera en sociedades conservadoras y se reproduce en sus instituciones, hasta la ausencia de enfoques diferenciales en la garantía de derechos; las políticas migratorias estatales continúan reforzando un sistema global que priva, silencia y aniquila las vidas trans y de género expansivo, todo bajo la mirada indiferente o cómplice de los Estados. Por tal razón, se hace urgente fortalecer el análisis interseccional tanto de las causas estructurales de esta migración, como de los desafíos que enfrentan miles de personas cuando deciden atravesar fronteras atestadas de actores armados, narcotráfico, violencias sexuales y explotación de cuerpos, sin contar las implicaciones físicas y emocionales que conlleva migrar en medio de grandes necesidades e incertidumbres.
Cuando interrogamos estas experiencias desde la intersección raza-género-sexualidad-migración, reconocemos un alto grado de vulnerabilidad dentro de los propios sistemas legales. De acuerdo a Financiadores Comprometidos con Inmigrantes y Refugiados (GCIR), las políticas federales de los EEUU dirigidas a migrantes, han afectado de manera desproporcionada a Personas Negras, Indígenas y Racializadas (BIPOC) trans y de género expansivo. Por ejemplo, en la cada vez más militarizada frontera entre EE.UU. y México, se enfrentan a la hostilidad y la violencia durante las largas esperas para las citas CBP One. Si caen en detención, se enfrentan a niveles adicionales de violencia y aislamiento. Cuando se les libera, deben buscar alojamiento y otras necesidades de supervivencia, al tiempo que se enfrentan a una amplia gama de proyectos de ley y leyes anti-LGBTQ a nivel estatal.
A pesar de estas realidades, por cada 100 dólares que conceden las fundaciones estadounidenses, sólo 0,23 centavos se destinan a las comunidades y cuestiones LGBTQ, y menos de 0,05 centavos de esa cantidad beneficia específicamente a las comunidades trans. Esta falta de inversión perpetúa ciclos de pobreza, inseguridad y marginación, limitando el acceso a servicios básicos como atención médica especializada, vivienda segura y apoyo legal. Además, refuerza la exclusión sistémica y contribuye a que las personas trans y de género expansivo sigan siendo vulnerables a la violencia institucional, la explotación y el abandono, reduciendo significativamente sus posibilidades de construir autonomía y ejercer plenamente sus derechos humanos.
Transitividad y migración:
El concepto de Transitividad de C.Riley Snorton (2019) propone la vida negra trans en un estado permanente de migración/movilidad de los sistemas políticos. Por lo tanto, la transitividad como condición de la migración trans y de género expansivo, entiende esos cuerpos como entidades que transgreden los cánones normativos del binarismo que conforman los estados y sus leyes, por lo que siempre hablará de identidades que desafían las lógicas de ciudadanía y humanidad que se otorga directamente a las personas heterocisnormadas. Así pues, no es casualidad esa vergonzosa cifra que muestra el bajo apoyo financiero a organizaciones y comunidades Trans porque incluso para las filantropías, los movimientos sociales, los partidos políticos y otras colectividades, es difícil reconocer a una persona trans o de género expansivo como una subjetividad política.
Los escasos recursos para las organizaciones trans dirigidas por migrantes y las que les apoyan, es uno de los mayores desafíos para la incidencia y la construcción de poder a largo plazo. Por lo tanto, financiar es, precisamente, elevar la experiencia trans y de género expansivo a un lugar de subjetividad política, conllevando a una redefinición tácita del binarismo institucional. A pesar de la vulnerabilidad que enfrentan diariamente (especialmente cuando son BIPOC), está comprobado el papel fundamental que estas juegan en la reconstitución de cuerpos y territorialidades, capaces de organizarse de las formas más creativas, no solo para defender sus derechos, sino para contribuir en la construcción de poder para otras comunidades históricamente marginadas. Su determinación les ha permitido atravesar muchas barreras de la política tradicional espacios y dignificar las experiencias de aquellos que están migrando o que, incluso, han perdido la vida en ello.
La filantropía debe reconocer que apoyar a las organizaciones que trabajan en la intersección de los derechos para personas trans, racializadas y migrantes no es solo un acto de caridad, sino una responsabilidad ética y política. Es fundamental aumentar el financiamiento flexible y de largo plazo para estas organizaciones, permitiéndoles desarrollar estrategias sostenibles y adaptadas a las necesidades diferenciales. También es necesario priorizar el liderazgo de personas trans negras dentro de estas organizaciones y en los espacios de toma de decisiones. Sin una inversión justa y equitativa, se perpetúa una estructura en la que las mismas comunidades que más necesitan apoyo quedan desatendidas. La filantropía debe ser un vehículo para la transformación social, apoyando iniciativas que no solo alivien las consecuencias de la exclusión, sino que también ataquen sus raíces estructurales.
Desafíos geopolíticos para la solidaridad:
Al analizar la migración desde una perspectiva geopolítica, encontramos similitudes, pero, también, diferencias muy marcadas, especialmente enlos paradigmas que movilizan la acción política de organizaciones a nivel internacional. Una de las primeras cuestiones a desafiar es la hegemonía de las organizaciones del norte global y su tendencia a minimizar o ignorar las luchas en el sur global. Esta jerarquía geopolítica limita el alcance y efectividad de la solidaridad negra, imponiendo narrativas y prioridades que no siempre reflejan las realidades específicas de las personas migrantes negras, trans y de género expansivo en nuestra región.
Para avanzar hacia una solidaridad negra transnacional efectiva, es necesario tender puentes para diálogos más amplios, situados, diferenciales, donde se puedan movilizar acciones políticas a partir de reconocernos en las implicaciones históricas, políticas, culturales, económicas de habitar diferentes polos geográficos. Las vidas trans negras y de género expansivo (con frecuencia invisibilizadas dentro de los movimientos más amplios por los derechos migratorios), deben ocupar un lugar central en estos diálogos y acciones de resistencia.
Un ejemplo de esta praxis es el trabajo de Afroresistance, que coordinó una delegación con activistas, académicos y defensores de derechos humanos de los Estados Unidos, para abordar y contribuir a la mitigación de riesgos para migrantes afrodescendientes en la actual crisis humanitaria que está ocurriendo en el Tapón del Darién, zona fronteriza entre Colombia y Panamá. Para nosotras es muy importante evidenciar toda la violencia y desprotección que está ocurriendo allí, sobre todo porque la migración BIPOC se ha convertido en un fenómeno trans continental, donde las vidas trans y de género expansivo son borradas de cualquier registro oficial. Así lo demuestran los últimos reportes sobre tránsito irregular y movimiento migratorio del gobierno de Panamá, aunque en los subregistros sabemos que el tránsito de nuestros cuerpos sigue siendo un botín para estas geografías del extractivismo, el sometimiento y la criminalización.
De igual manera, Afroresistance inició una agenda colaborativa con Fruits Basket Foundation, organización que proporciona alimento, apoyo psicosocial y jurídico a personas refigiadas y migrantes trans y de género expansivo en Sudáfrica. Dentro de las reflexiones encontramos que, más allá de que este país sea reconocido mundialmente como la Nación Arcoíris, la falta de una agenda enfocada en migración LGBTIQA+ hace que la promesa de libertad sea muy lejana para muchas de estas personas, siendo esta otra muestra de la brecha profunda entre la retórica de igualdad y la realidad de exclusión y la violencia. Esto no es diferente de lo que experimentan muchas personas migrantes en las Américas. De ahí la importancia de que sean más los actores comprometidos a apoyar el trabajo de organizaciones que inciden estratégicamente frente a la justicia migratoria para las personas negras trans y de género expansivo.
Frente a estos desafíos, la solidaridad negra debe ser más que un concepto: debe traducirse en acciones concretas de apoyo a organizaciones lideradas por personas trans y racializadas. La filantropía y los movimientos de derechos humanos deben priorizar recursos, plataformas y alianzas que centren las experiencias de estas comunidades. Solo así se podrán desmontar las estructuras de opresión que operan a nivel global y garantizar una justicia migratoria que realmente incluya y proteja a todas las personas. AfroResistance nos recuerda que sin justicia para las personas trans negras y de género expansivo, no hay justicia migratoria verdadera.
Referencias.
Snorton, C. R. (2019). Negra por los cuatro costados: una historia racial de la identidad trans. Edicions Bellaterra.
Estadísticas sobre tránsito irregular en la frontera entre Panamá y Colombia. En Migración de Panamá. Recuperado de
Cifras de Migración Panamá hasta mayo (2024). En Migración Panamá. Recuperado de https://migracion.gob.pa/estadisticas/
ACNUR Panamá con cifra de junio (2024). En ACNUR. Recuperado de: https://data.unhcr.org/en/documents/details/110538
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