Desde la perspectiva de mi experiencia como Mujer Negra en Panamá, me encuentro con una serie de desafíos y reflexiones que surgen en un contexto que a menudo trivializa y distorsiona nuestra herencia africana cuando se quiere conmemorar el mes de la etnia Negra.
Además, surge un debate sobre el concepto de "Etnia Negra" en Panamá. Personalmente, cuestiono la validez de esta categoría que intenta englobar a una población tan diversa. No existe una única etnia negra en nuestro país; más bien, somos una población heterogénea con una amplia gama de experiencias culturales y lingüísticas distintas. Por otra parte, la población que no se considera afrodescendiente tiene más características culturales y lingüísticas comunes que toda la población afrodescendiente panameña. ¿Por qué no hay una “etnia mestiza panameña”’. Agruparnos bajo una sola etiqueta solo sirve para invisibilizar nuestras diferencias y perpetuar estereotipos simplistas.
En el mes de mayo, celebramos el mes de la Etnia Negra en Panamá, una oportunidad para reflexionar sobre los aportes y la diversidad de la población afrodescendiente en nuestro país. Sin embargo, esta celebración a menudo se ve ensombrecida por la comercialización y la folclorización de lo que significa ser afrodescendiente. Se siguen perpetuando los estereotipos que reducen nuestra identidad a elementos superficiales como la comida, el baile y los vestidos "africanos", que poco tienen que ver con la realidad histórica y cultural de nuestros y nuestras ancestras.
Es lamentable ver cómo se glorifica la opulencia mediante la exhibición de vestidos costosos, mientras que se solapa la verdadera historia de sufrimiento y resistencia de nuestros antepasados esclavizados por estas tierras. Esta banalización y explotación comercial de nuestra herencia africana refleja que una celebración como esta no se escapa de un sistema neoliberal donde todo se monetiza y nuestras raíces africanas no escarban de ello.
Además, surge un debate sobre el concepto de "Etnia Negra" en Panamá. Personalmente, cuestiono la validez de esta categoría que intenta englobar a una población tan diversa. No existe una única etnia negra en nuestro país; más bien, somos una población heterogénea con una amplia gama de experiencias culturales y lingüísticas distintas. La etnia, entendida como un grupo social con una identidad cultural y a menudo una ascendencia común, no puede reducirse a una única categoría homogénea en el contexto panameño. Por otra parte, la población que no se considera afrodescendiente tiene más características culturales y lingüísticas comunes que toda la población afrodescendiente panameña. ¿Por qué no hay una “etnia mestiza panameña”? Agruparnos bajo una sola etiqueta solo sirve para invisibilizar nuestras diferencias y perpetuar estereotipos simplistas.
"La etnia, entendida como un grupo social con una identidad cultural y a menudo una ascendencia común, no puede reducirse a una única categoría homogénea en el contexto panameño."
Es urgente crear espacios donde podamos reflexionar de manera crítica y afirmar nuestra identidad negra de manera auténtica y cargada de un significado ancestral. Necesitamos desafiar los estereotipos y las generalizaciones que nos limitan y silencian. Más allá de meras representaciones superficiales centradas en la comida, los tambores y los vestidos, es fundamental considerar aspectos vitales como la situación de salud, el acceso a la educación, la violencia contra las mujeres negras y la migración de la comunidad negra. Estos son temas que impactan profundamente en nuestras vidas y que merecen ser abordados con seriedad y compromiso.
Una de las áreas donde esta lucha por la afirmación de la identidad afrodescendiente se hace más evidente es en el ámbito de la seguridad ciudadana. Las madres de hijes negros en Panamá viven con un constante temor y preocupación debido al perfilamiento racial que manejan los estamentos de seguridad. La realidad es que los y las adolescentes afrodescendientes enfrentan una mayor probabilidad de ser detenidos o perfilados por las entidades de seguridad simplemente por el color de su piel, no debemos olvidar que en el primer censo penitenciario del país los y las adolescentes afrodescendiente representaban el 50% de la población y en el caso de los, las y les adultos ese mismo porcentaje fue de 41% Este miedo y preocupación son experiencias que las madres de hijos blancos y de "buena familia" nunca tendrán que enfrentar.
Es esencial crear espacios seguros donde las madres afrodescendientes puedan compartir sus experiencias y preocupaciones sin temor al juicio o la estigmatización. Necesitamos discutir abierta y honestamente las consecuencias sociales del racismo estructural que condena a vivir en sectores empobrecidos a la mayoría de la población afrodescendiente del país.
Resulta fundamental recuperar el espíritu de resistencia y libertad del cimarronaje, un legado que nuestros ancestros nos han dejado, que nos anime vivir de una manera orgullosa y con una conciencia negra sólida, sentir orgullo de cómo y quiénes somos, sin negar nuestras raíces africanas, esas mismas raíces que pueden ayudarnos a conectarnos y recuperar ese espíritu combativo de resistencia y re-existencia tan necesario en este momento en toda la región.
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