La Nueva Armada: Cómo el Poder Narrativo se Convirtió en el Campo de Batalla para la Liberación Negra
- Janvieve Williams Comrie
- 21 jul
- 5 Min. de lectura

El discurso de la Primera Ministra de Barbados, Mia Mottley, en la ceremonia de apertura de la 49ª Reunión Ordinaria de la Conferencia de Jefes de Gobierno de Caricom en Jamaica incluyó una advertencia urgente sobre la "nueva armada" que busca "controlar nuestra mente" no es solo retórica política caribeña—es un diagnóstico de la crisis exacta que nuestra investigación, realizada en asociación con Reframe, descubrió a través de América Latina.A través del Proyecto ¡Oye!, documentamos cómo las comunidades negras e indígenas en Colombia y Panamá están librando la misma batalla por la soberanía narrativa que Mottley describe, y están perdiendo terreno cada día.
Cuando la Primera Ministra habla de la necesidad de “poseer nuestros propios satélites”, está señalando lo que nuestro estudio identificó como la debilidad fundamental de las organizaciones de derechos humanos en la región: la brecha de infraestructura que deja a nuestras comunidades vulnerables ante la conquista narrativa.
En Colombia, el 78% de las organizaciones entrevistadas carecen de estrategias básicas de comunicación. En Panamá, el 66% necesita investigación narrativa y estrategias de acción directa para comenzar siquiera a contrarrestar los relatos que se cuentan sobre ellas. Estas no son simplemente deficiencias técnicas—son el equivalente digital de estar indefensos ante una invasión colonial.
Las comunidades afrodescendientes que entrevistamos enfrentan una ironía cruel: luchan por sus vidas contra la violencia estatal y la extracción corporativa, pero carecen de la infraestructura digital para contar sus propias historias. En las zonas semiurbanas de Panamá donde viven poblaciones negras, el acceso a internet es tan limitado que las estrategias en redes sociales —herramientas clave de la guerra narrativa moderna— son prácticamente inútiles..
La Máquina Conservadora de Contra-Narrativas
Nuestra investigación reveló algo que valida directamente la advertencia de Mottley sobre la “nueva flotilla”. Sectores conservadores en toda América Latina han construido una maquinaria narrativa sofisticada que sistemáticamente deslegitima los derechos humanos de poblaciones género-expansivas, mujeres y personas racializadas. Ellos entienden perfectamente lo que significa controlar la información.
Estas fuerzas conservadoras no solo se oponen a nuestras posiciones políticas—han invertido en la infraestructura para moldear la realidad misma. Tienen los recursos, las plataformas y la capacidad de comunicación estratégica que, según nuestro estudio, las organizaciones de derechos humanos carecen desesperadamente. Mientras luchamos por asegurar financiamiento básico para personal de comunicaciones, ellos construyen imperios mediáticos.
Las organizaciones que entrevistamos se sienten abrumadas por este desequilibrio de poder narrativo. Ven cómo los sectores conservadores ejercen “un gran poder e influencia” mediante sus relatos, pero no tienen la capacidad para construir contra-narrativas efectivas. Esto es precisamente el colonialismo mental que Mottley denuncia—cuando las comunidades oprimidas interiorizan su impotencia frente a las narrativas dominantes.
El Llamado de Garvey en la Era Digital
Cuando Mottley invoca el llamado de Marcus Garvey a “emancipar nuestras mentes de la esclavitud mental”, está conectando nuestra crisis actual con una larga historia de resistencia negra. Pero nuestra investigación demuestra que la emancipación mental en 2025 requiere algo que Garvey no pudo imaginar: la capacidad de controlar infraestructura digital, generar contenido multimedia y construir poder narrativo a escala.
Las organizaciones de derechos humanos que entrevistamos entienden esto de forma intuitiva. Saben que la comunicación debe estar “integrada como una prioridad en la estrategia general” de su trabajo. Reconocen que el contexto importa—que las estrategias narrativas deben adaptarse a las condiciones y recursos locales. Pero saberlo y hacerlo son cosas distintas.
Fondo Latinoamericano para Comunicaciones y Poder Narrativo
Uno de los participantes en nuestra investigación propuso algo que responde directamente al llamado de Mottley por soberanía narrativa: un “Fondo Latinoamericano para Comunicaciones y Poder Narrativo.” Esto no se trata solo de financiamiento—se trata de reconocer que la infraestructura narrativa es tan esencial para la liberación como cualquier otra forma de infraestructura.
Este fondo abordaría necesidades específicas que identificamos en la investigación:
En Colombia: estrategias de comunicación y capacidad en redes sociales
En Panamá: investigación narrativa y estrategias de acción directa
En toda la región: equipos, formación y capacidad organizativa sostenible
Pero más importante aún, representaría un cambio de un trabajo narrativo reactivo a uno proactivo. En lugar de defenderse constantemente de narrativas conservadoras, las comunidades negras e indígenas podrían construir la infraestructura para definir sus propias realidades.
La Primera Ministra tiene razón al decir que “el precio de la soberanía ahora incluye nuestra capacidad para controlar nuestra información y generar nuestro contenido.” Nuestra investigación demuestra que esto no es una exageración—es la realidad vivida por organizaciones que luchan por la justicia en toda América Latina.
Las organizaciones entrevistadas ya están pagando el precio de la vulnerabilidad narrativa. Están perdiendo batallas políticas no porque sus posiciones sean incorrectas, sino porque carecen de la infraestructura de comunicación para presentar sus argumentos de forma efectiva. Están viendo cómo los relatos de sus comunidades son distorsionados por medios vinculados a “los poderes económicos y políticos de siempre”.
Construyendo la Contra-Armada
Pero nuestra investigación también apunta hacia soluciones. Las organizaciones que entrevistamos no solo necesitan financiamiento—necesitan lo que Mottley exige: la capacidad de “generar nuestro propio contenido porque solo nosotros conocemos nuestra realidad”.
Esto significa:
Metodologías participativas para investigación narrativa centradas en las voces comunitarias
Espacios colectivos de reflexión y análisis sobre infraestructura comunicacional
Capacitación contextualizada que responda a paisajes socioculturales locales
Estrategias multiplataforma que lleguen directamente a las audiencias deseadas
Y, sobre todo, significa reconocer que construir poder narrativo no es un lujo para las organizaciones de derechos humanos—es una necesidad para sobrevivir.
El Momento de la Decisión
La Primera Ministra Mottley concluye con urgencia: “Si alguna vez hubo un momento para escuchar estos llamados, es ahora.” Nuestra investigación confirma esa urgencia. Los sectores conservadores están invirtiendo agresivamente en infraestructura narrativa mientras las organizaciones de derechos humanos luchan por mantener capacidades básicas.
La decisión es clara: podemos seguir siendo “víctimas del juicio ajeno sobre quiénes somos y qué representamos”, o podemos construir la infraestructura narrativa necesaria para una verdadera soberanía.
Las organizaciones que entrevistamos en Colombia y Panamá están listas para tomar esa decisión. Saben que la comunicación debe integrarse en todas las actividades organizativas. Saben que construir poder narrativo requiere inversión en capacidad, sostenibilidad y adaptabilidad.
Lo que necesitan ahora es lo que Mottley exige: los recursos para poseer sus propios satélites, generar su propio contenido, y resistir a la nueva armada que busca controlar sus mentes.
La batalla por la soberanía narrativa es la batalla por la liberación misma. Y como muestra nuestra investigación, es una batalla que podemos ganar—si elegimos pelearla con la seriedad y el pensamiento estratégico que requiere.
La pregunta urgente que plantea la advertencia de la Primera Ministra Mottley es esta: Si los movimientos de liberación en América Latina y el Caribe quieren sobrevivir a esta nueva forma de conquista, ¿qué pasos concretos debemos tomar hoy para prepararnos para las batallas de mañana? ¿Qué significa realmente “poseer nuestros propios satélites” cuando la mayoría de nuestras organizaciones ni siquiera pueden costear acceso constante a internet? ¿Y cómo pasamos de reconocer la amenaza a construir la infraestructura de resistencia antes de que sea demasiado tarde?
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